HISTORIA DE LAS
PANDILLAS
Existe pues una transculturación del
fenómeno social, que lleva a algunos a afirmar que su origen se encuentra en la
repatriación de individuos que llevan con ellos el germen de tales pandillas
Mara Salva
trucha, MS-13 o "MS" son nombres con los que se conoce a una
agrupación de jóvenes pandilleros, conformada en su mayoría por inmigrantes,
principalmente de El Salvador, que llegaron al estado de California EEUU, a principios
de la década de los años ochenta, huyendo de las condiciones creadas por la
cruenta guerra civil en ese país centroamericano (1979-1992), en una época en
que al menos tres países de la subregión estaban en pleno conflicto político y
militar.
Posteriormente se extiende a muchas
ciudades de Estados Unidos e incorpora a otros grupos de migrantes de otros
países de América Latina, como Honduras, México, Perú, Ecuador, Guatemala y
Nicaragua, que se han concentrado históricamente en California.
Origen
del Nombre Mara
La palabra "mara" es el
equivalente centroamericano a lo que en España sería "pandilla"
"colla", esto es, grupo de amigos de la misma colonia, pueblo o del
mismo instituto o escuela ("maras de estudiantes" y no tiene nada que
ver con la palabra "marabunta"). La Mara 18, efectivamente, al igual
que la Mara 13 o Salva trucha, nacen en Los Ángeles (Estados Unidos) en las
calles 13 y 18 como respuesta defensiva ante la sociedad anglosajona, blanca y
protestante. Son parte del fenómeno de pandillas de diferentes etnias en esas
mismas calles que nacieron en los 60s. Efectivamente, las maras se crean en El
Salvador, Guatemala y Honduras y en menor medida en Nicaragua y México con la
repatriación de salvadoreños de pasaporte, pero que habían nacido y se habían
criado en los EE.UU. De esa transculturización arranca el fenómeno que hoy en
día supone el mayor peligro para las democracias de dichos países.
La
palabra "salva trucho" es el equivalente a "salvadoreño
espabilado" y obviamente SALVATRUCHA es la unión de dichos salvadoreños.
Posteriormente tienen entrada ciudadanos de otros países, especialmente
guatemaltecos (chapines) y hondureños (catrachos).
Identidad de símbolos entre las Maras
Su rasgo de
identidad característico es el número 13 expresado de distintas maneras,
utilizan el color azul para representar también tomado como símbolo de la
decimotercera letra del alfabeto (M) como contracción de Mara y la letra S,
como contracción de Salva trucha. El término "Salva trucha" tuvo
origen en la guerra civil que envolvió El Salvador en los años 80. De designar
a los guerrilleros salvadoreños, el término pasó a referirse a cualquier joven
o individuo de carácter o apariencia amenazadora. Los integrantes de la
pandilla tienden a reproducir las iníciales MS en muchas formas, en su mayoría
como tatuajes en la cara, el pecho y la espalda. Estos son creados a través de
un lenguaje de señas que les resulta propio. Las iníciales MS XIII además se
reproducen en forma de grafiti, marcando el espacio dentro de su dominio
territorial. Muchos de estos hacen referencia a los orígenes geográficos de la
pandilla en la ciudad de Los Ángeles. Sus enemigos suelen ser norteños que
utilizan el color rojo. En algunos casos hay problemas con pandillas de
afroamericanos como los Clips y los Bloods.
Raíces Sociales de las
Maras
Por su
conformación social tanto en su lugar de origen como en su lugar de destino, de
jóvenes sin oportunidades laborales, sin educación, sintiéndose excluidos en
sus países de origen y sin mayor aceptación en el país receptor, son caldo de
cultivo ideal para el crimen organizado que les encarga tanto de manera directa
como indirecta, realizar sus acciones delictivas de todo tipo, desde pequeñas
actividades a nivel de barrios o vecindarios, hasta acciones tipo comando de
asaltos o crimen por encargo, ligado a actividades de drogas, su
comercialización y las disputas de mercado entre bandas rivales.
En general se
trata de un producto social originado por el sistema que ha excluido a inmensas
mayorías de nuestros países, sin tener propuestas válidas y múltiples para el
futuro de las mismas, las que hacen lo que se puede para sobrevivir,
incorporando el producto de una guerra, el aprendizaje en el sub-mundo del
crimen organizado, la transculturación de los deportados y las mismas
condiciones de exclusión que continúan vigentes en cada lugar.
Como tales condiciones continúan vigentes, ahora
se aprecia que siendo tan numerosas, ampliamente distribuidas en los diversos
territorios y con la necesidad imperiosa de sobrevivir, han ido posicionándose
de lugar propio en las actividades ilegales en general, por lo que son tomadas
por los organismos de seguridad como parte del crimen organizado, utilizando
contras ellos los mismos métodos de combate para su diagnóstico y tratamiento,
tanto policial, de seguridad, servicio de inmigración, político y social.
Las Condiciones Previas y
el Mal de Siempre: La Pobreza
De la época de la guerra aprendieron que
las disputas entre personas o grupos las gana el más violento (escuadrones de
la muerte, ejército y policía, cuerpos especiales anti-subversivos, grupos
guerrilleros etc.), que el método más perenne utilizado por sus mayores era
siempre violento, siendo algunos de ellos testigos o víctimas directas del uso
de la violencia en contra de sus propios familiares por quienes se suponía
estaban para defenderlos o protegerlos, como representantes militares o
policiales de la autoridad gubernamental.
Con todos estos antecedentes estos jóvenes
tienen ya el estado mental y social, como recursos previos que da lugar a las
herramientas más letales para utilizarlas crecientemente en cualquier momento,
ya sea de supervivencia o para sus actividades cada vez más criminales. Al
existir en sociedades donde ha habido conflictos bélicos, se hace muy fácil
conseguir armas de todas partes, pues los distintos actores bélicos se deshacen
de diversa manera de sus instrumentos, los que se ponen accesibles en una
especie de mercado ilegal que surge en el momento del final oficial del
conflicto.
La mayoría provienen además de hogares pobres,
sin ingresos suficientes para su mantenimiento o desarrollo, desintegrados, con
ejemplos vivos de violencia intrafamiliar de todo tipo en contra de
las mujeres de la familia, sin la
tolerancia necesaria, eventualmente extrañados del hogar por medidas
arbitrarias de sus mayores, encargados o responsables, y sin el aprendizaje regular
de la escuela, la cual todos han abandonado en su momento, se vuelven de forma
instintiva en la aplicación de mecanismos de defensa como grupo, como pandilla,
que sólo conoce la violencia como forma apropiada de conducirse.
JOVENES
EXPUESTOS A PERTENECER UN GRUPO DELINCUENCIAL
En El Salvador
tenemos el concepto la mayor parte de gente de que la violencia es originada
principalmente por las maras, cuando en realidad es que las maras son fruto y
consecuencia de la violencia.
Todo inició con
la guerra en los años 80´s. Esta guerra culminó con los acuerdos de paz que no
fueron cumplidos en su totalidad con respecto a la distribución de las tierras,
las oportunidades de progresar e igualdad en la justicia. Muchos guerreros
tanto del bando de la guerrilla como del ejército quedaron sin empleo y
oportunidades, lo que los incentivó a usar las armas y su entrenamiento para
delinquir. Había muchos jóvenes y niños
huérfanos por la guerra. Además, el éxodo de salvadoreños que emigraron hacia
los Estados Unidos, huyendo de la guerra y buscando oportunidades permitió la
desintegración del núcleo familiar perdiendo así la base fundamental del
desarrollo y el carácter de las personas, la cual se basa en la familia.
Una sociedad marginada acostumbrada a vivir
en un ambiente de violencia y que carecía del cariño, educación y protección de
la familia; junto a la mala influencia
de las pandillas de los Estados Unidos que influenciaron a jóvenes deportados a
El Salvador, fueron los ingredientes
perfectos para formar un nuevo tipo de grupos violentos que buscaban una
identificación o integración y sentido pertenencia, que falsamente lo
encontraron en las pandillas.
Estos grupos denominados maras, han ido
profundizando sus conductas violentas hasta el punto de perder todos los
escrúpulos y valores de la convivencia humana, llegando al punto de ser
tildados de enfermos mentales y diabólicos.
Muchos no tienen esperanza de salir de ese círculo profundizando cada
vez más el nivel de barbarie y forma de delinquir.